5 técnicas sencillas para la aoraciones

5 técnicas sencillas para la aoraciones

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¡Oh Reina de los mártires! Tierno y compasivo os contemplo sumergida toda en un mar de quebranto, al sostener en vuestros brazos el sacrosanto cuerpo de vuestro santísimo hijo Jesús, muerto y sacrificado por los hombres todos, sin exceptuar a sus desapiadados verdugos e implacables enemigos, a impulsos de su apego finísimo y de su vehemente y acendrada caridad.

Origen del consuelo, que experimentaste un dolor tan esforzado al encontrar a tu querido Hijo con la Cruz a cuestas en la calle de la Amargura, ayúdame a cambiar mi corazón para no aumentar más el peso de Su Cruz con nuevas ofensas y pecados, causa de su muerte y de tu tristeza. Que pueda ser para Jesús otro Cirineo.

Ambas obras serán de ayuda fundamental para la consulta de la doctrina católica enseñada por los papas y concilios.

“Los defenderé en sus batallas espirituales contra el enemigo infernal y las protegeré cada instante de sus vidas.”

4. "Les alcanzaré cuanto me pidan, con tal de que no se oponga a la adorable voluntad de mi divino Hijo o a la salvación de sus almas."

Apenas el enjuiciador Pilatos para satisfacer la hidrofobia y furor de los judíos, sedientos de la sangre del Justo, hubo pronunciado la sentencia de muerte contra el Autor soberano de la vida, cuando estos aprestaron la cruz en que había de ser clavado, cargáronla sobre sus delicadas espaldas, y atada al cuello una gruesa soga, le arrastraron por las calles de Jerusalén camino del Calvario, en medio de un diluvio de injurias, insultos, blasfemias y escarnios.

Te pido por todos los que están en esa dolorosa situación. No permitas que desfallezca en mi Seguridad y hazme advertir siempre tu cuidadoso presencia.

Que incluyen los de su Origen. Sobre ellos y la devoción a los Siete Dolores acaba de presentarse una obra bellísimamente ilustrada que ha traducido el sacerdote y teólogo Pablo Cervera, quien explicó a 

Estas cosas han sido dichas por Cristo y sobre Cristo en la Sagrada Biblia. Pero veamos ahora las evidencias de su divinidad, las cuales podemos clasificar en cuatro categorías:

Llorar no es imperfección cuando el motivo del llanto es santo. Llorar no es fin de amor, sino de fina sensibilidad. Lamentar a impulsos del amor divino es un don de Jehová, don que solo a grandes almas se concede.

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Esta capilla es la cueva donde San Francisco muchas veces lloró al contemplarse tan pecador en presencia de la santidad de Dios.

¡Oh Raíz afligidísima, y por todos conceptos llena de amargura! Compadecido del acervo dolor que martirizó vuestro corazón en el cruel armonía de vuestro Hijo en la calle de Amargura, al verle desfigurado, lleno de dolores, saciado de oprobios y oprimido por el llano peso de la cruz, os suplico con humilde rendimiento y sincero dolor de mis pecados, que me alcancéis Gracejo para levantarme de mi mortal abatimiento, a fin de aoraciones que fortalecido con el ejemplo de vuestras soberanas virtudes, tenga valía para sostenerme en mis terribles caídas en el camino del pecado, y socorredme para que no sucumba bajo su peso, y renueve los tormentos de mi Salvador, y vuestro dolor y amarguras.

Santa Brígida también dice que la Virginal le dijo que hay gracias adicionales a aquellos que meditan diariamente sobre sus dolores.